sábado, 7 de noviembre de 2015

Eva Abril - #YOVOY7N

Hace aproximadamente un año que me dijeron que la persona que estaba creciendo dentro de mi, su determinación genética respecto al sexo era XY. Es decir, en principio el sexo de mi hijo es macho, él con el tiempo el decidirá lo que quiera ser respecto a su género. -Si queréis algún día ahondamos más en el tema del sexo-género y el derecho a la autodeterminación de las personas, hoy quiero comentar lo que supuso para mí esa noticia y la sorpresa y reflexión posterior.-

Cuando me confirmaron que iba a tener un niño la sensación que tuve fue de alivio, un alivio al principio incomprensible. Yo soy feminista, sin ningún tipo de peros ni fisuras, es más me considero transfemista ya que no me identifico con lo que conlleva asumir la etiqueta “mujer” respecto a los roles de género. Y soy feminista porque creo en la igualdad real entre hombres, mujeres y demás personas que no responden al modelo hegemónico dominante.

¿Cuál es ese modelo dominante? Pues es un hombre blanco, heterosexual, inteligente, con un cuerpo perfectamente funcional y si puede ser económicamente bien situado, el resto quedamos fuera y podemos sufrir ataques de odio por ello. Si repasamos la lista nos podemos dar cuenta fácilmente que casi todas las personas quedamos fuera de ese modelo, pues sí, esa es la trampa sistémica. 

-Volvamos a mi sensación de alivio- al reflexionar sobre ella me di cuenta que el instinto de protección de la madre sobre la cría estaba surgiendo como un volcán. Veamos en qué consiste tal protección, sé perfectamente que un niño lo va a tener siempre mucho más fácil en la vida que una niña, sé que es mucho más improbable que mi hijo vaya a sufrir abusos sexuales en este caso además por dos motivos el primero por no ser niña y el segundo porque no se va a ser educado en ninguna entidad religiosa católica y no se me ofendan pero saben que eso baja el porcentaje de riesgo.

Después del alivio me surgió la rabia, la rabia de saber que ser mujer es un riesgo. 

Desde 1995 en España han sido asesinadas 1378 personas victimas de violencia machista, en este año 70 por la misma violencia patriarcal. 

La violencia patriarcal no es un problema de las feministas, ni tan siquiera de las mujeres, es un problema estructural que si no se afronta entre todas y todos no se va a poder solucionar.

Los asesinatos son la punta de un iceberg muy grande, profundo y oscuro. 

Desde que somos pequeñas sabemos que existe un riesgo por el hecho de ser mujer, aprendemos a tener precauciones y cuidado, y ese conocimiento no se suele enseñar, es algo que percibes. 

La violencia de género es decir, el machismo está tan normalizado que estoy segura de que muchas mujeres que lean esto me tildaran de radical porque  que te hayan tocado el culo, que hayas andado más deprisa volviendo a tu casa por la noche, que te hayan infravalorado por tu condición de mujer, que te sientes en el metro con las piernas cerradas y sin espacio porque el hombre que tienes al lado está con las piernas abiertas como si tuviese orquitis crónica y aguda, todo eso, está absolutamente normalizado, interiorizado y ni tan siquiera lo vemos como las agresiones sistemáticas que suponen.

En un sistema tan enfermo es necesario tomar medidas urgentes, declarar la violencia machista como un problema de estado, concienciarnos de que lo que le pasa a una mujer y a sus hijos e hijas dentro de su casa no es un asunto privado, que debemos actuar todas en la medida de nuestras posibilidades en acabar con esta lacra social. 

El 7 de noviembre está convocada la Marcha Estatal Contra la Violencia Machista, yo por supuesto que voy a ir. Os animo a que difundáis la convocatoria, a que os pronunciéis públicamente sobre el tema y a que no miréis hacia otro lado cuando veáis situaciones de riesgo, ya que esto no es una cuestión de mujeres contra hombres, es una cuestión de personas de bien contra criminales y depredadores.       

Eva Abril 

 

 

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